La              situación las personas que han sufrido una catástrofe natural puede ilustrar la de otras personas que  también              necesitan  rescate. También ellas están vivas, aunque en un  agujero               negro. También sobre ellas han caído determinados escombros,  por               errores humanos que a veces son tan inevitables como los  hechos  naturales. Pero en este caso, no              gritan, no llaman. Están  ahí sufriendo muchísimo, pero no se  las              detecta. Y su  rescate sigue siendo humanamente posible.                
                           Estamos empezando a hacer una convocatoria para quienes han  visto               denegada su solicitud de tratamiento médico en alguna unidad  o  por              algún profesional, de manera que podamos formar un  grupo de              rescatados y rescatadas. En este caso, de buena fe  desde  luego, el              peso de numerosos errores es lo que les  ha caído encima.  
                          Errores, también desde luego,  que no son  achacables a las  propias              unidades sino a los supuestos  que han seguido hasta ahora la               Medicina y la Psicología al  acercarse a las personas  transexuales. 
                            Sabiendo la fuerza del sentimiento transexual, de la  necesidad de               cambio, es fácil imaginar la angustia de quien, sintiéndolo,   puede              haberse visto con el paso cerrado a su forma de ser.  
                            Más aún, cuando habiendo superado mil miedos y toda la  represión               cultural que tenemos interiorizada desde hace siglos, hemos   creído              llegar a buen puerto, a un medio amistoso, y nos  encontramos  con que              es precisamente en él (y no de mala  fe) donde se da un golpe               dolorosísimo a nuestra esperanza.   
             No               sabemos cuántos ni cuántas transexuales se han visto en esta                situación, no sabemos cómo se les ha argumentado la  denegación  del              servicio público, no sabemos cuáles son las razones que   erróneamente              se han utilizado, pero a la vista de los  criterios que se  usan en              algunas unidades, nos tememos que  quienes han sufrido esa  dura              prueba sean muchos y que no  esté justificado objetivamente,  de modo              alguno, que se les  haya cerrado la puerta
                             ¿Cómo ha salido de la unidad o de la consulta del  profesional               aquella persona que esperaba orientar por fin su vida?  
                             ¿Qué ha sentido al pasar por la sala de espera y ver a sus               compañeras y compañeros con la sensación de que ya no los  volverá a               ver, que ha sido separada de su lado?  
                             ¿Cómo ha vuelto a su casa, a su oscuridad, al armario en el  que               podía encontrarse, después de haber intentado salir y ver  que  otras              personas le niegan el derecho a hacerlo?  
                             ¿Cómo está siendo su vida? ¿Ha conseguido seguir adelante  con la               fuerza de la rebeldía o se ha sentido hundida y sin saber  qué  hacer              a partir de ese momento?  
                            ¿Se ha hecho algún estudio de seguimiento de estas personas  para               reevaluar la denegación y sus consecuencias? Puede ser,  aunque  habrá              sido difícil, porque una persona rechazada no vuelve  con  gusto a              donde ha sufrido, por lo que me temo que, de  hecho, no.  
                           Los criterios que parece que hemos detectado en algunas  unidades,               por conversaciones con sus usuarios, son a veces  profundamente               erróneos y deberían ser objeto de una no menos profunda   revisión.  
             Me               pregunto si estos criterios, variables desde luego según las                unidades, han podido ser los siguientes:  
                            =Exclusión por enfermedad mental. ¿Ha habido personas que  hayan               sido simplemente excluidas al detectárseles unos síntomas               psicopatológicos? ¿Se ha tenido en cuenta que en este caso,  el               criterio indicado es resolver primero la enfermedad mental y   después              atender a la demanda de la persona candidata? ¿Ha  figurado  en el              protocolo una atención secundaria mientras  durasen los  cuidados              psiquiátricos? ¿Se ha practicado el  seguimiento lógico y  necesario,              en estas historias de vida  más que en otras?  
                            =Esquema binario del sistema sexogénero, que sólo ahora, es  verdad,               se empieza a comprender que es la causa cultural de muchos               prejuicios ¿Pero se ha pensado que, si no se quiere ser   hombre, hay              que ser mujer, o viceversa? ¿Se ha pretendido  que la persona               candidata cumpla con unos modelos de  masculinidad o  feminidad muy              definidos? ¿Se han usado  tests de masculinidad-feminidad  basados en              criterios de  los años cincuenta o sesenta que, simplemente,  hoy ya              no  están vigentes?  
                             =Esquema binario de la orientación sexual. ¿Se ha  desconfiado de las               personas que en su asignación de origen mostraban una   orientación              hacia el mismo género deseado? ¿Se ha supuesto o  primado  que,              después de la reasignación, las relaciones  preferidas fueran  las de              hombres con mujeres o mujeres con  hombres?  
                             =El llamado test de la vida real. ¿Se ha creído que esta  llamada               prueba es decisiva? ¿Se ha supuesto que la vida real   admisible              debería consistir en un ingreso en la vida  convencional de  mujer u              hombre? ¿Se ha tenido en cuenta  que la transición social es,  con              mucho, el paso más  difícil, mucho más que la transición  hormonal o               quirúrgica, porque puede tener consecuencias demoledoras en  lo               familiar o lo laboral? ¿Se ha respetado el derecho de cada  persona               candidata a valorar por sí misma sus opciones prácticas o  el  ritmo              de su transición? ¿Se ha insistido en poner esa  prueba al  principio,              cuando la persona no está habituada a  vivir de acuerdo con  el nuevo              género y cuando no ha  experimentado cambios hormonales que  le ayuden              con su  imagen? ¿No es ese intento, cuando sea posible  hacerlo               reversiblemente, una posible ayuda para la autoevaluación,   pero no               la prueba irrenunciable que todas las personas candidatas   deben              pasar?  
                            =Argumentos estéticos y éticos. ¿Se ha valorado a las  personas               candidatas por su apariencia o por la feminidad/masculinidad  de  sus              gestos y, paternalistamente, por sus supuestas  posibilidades  de              hacer el cambio social? ¿Se ha reconocido  el derecho de cada  cual a              bregar por sí en la vida,  aunque tenga que ser con mil  dificultades?               
             En               este aspecto, ¿se ha pensado que los modales, gestos,  frases,               interjecciones, pueden variar mucho de unos grupos sociales a   otros,              de manera que  evaluarlos como femeninos o no desde  las  propias              referencias puede ser un rotundo error?  
                            =Prioridad a teorías sobre la transexualidad, todas               insuficientemente elaboradas todavía, más que a la práctica.  ¿Se han               seguido consideraciones sobre la “transexualidad primaria o               secundaria”, sobre la “verdadera transexualidad” (¿es que   hay una              falsa? ¿O es una diferente?), sin tener en cuenta  los  profundos              cambios, las transformaciones y  autodescubrimientos en  muchas de las              evoluciones  transexuales, el impacto teórico y práctico del              binarismo  de género?  
                            =Atención  a las propuestas de la persona candidata. ¿Han  sido               tenidas en cuenta proposiciones como el cambio de sexo sin   cambio de              género, que pueden depender, o bien de una  necesidad  personal (no-              binaria), o bien de dificultades  objetivas e insuperables en  los              terrenos familiar o  laboral? ¿O el cambio de sexo parcial,  limitado              a la  eliminación de las gónadas, lo que también puede  responder a               una adaptación no-binaria o al simple realismo de quien sabe  lo que               puede esperar y lo que no, y sus costes en la práctica de  la  vida?  
                          Constituir un grupo numeroso de personas  transexuales  rescatadas de              esos posibles errores, o de  otros que todavía no hemos  visto, es              pasar de la  impotencia en soledad al compañerismo y la  fuerza, vida              y  eficacia social. Además, es presentar ante la sociedad  entera el               variado cuadro de la realidad transexual, de la verdadera   libertad              de género.  
                            No es formar una asociación, no lo somos ni queremos serlo.  Es               formar un grupo o una red, un contacto, una lista que libere  del               aislamiento y donde puedan ir surgiendo iniciativas en   libertad, en              la solidaridad trans. 
                           Por eso es tan importante que se constituya este grupo, o  esta red,               que ya está funcionando porque algunos amigos y amigas nos   hemos              comprometido con esta cuestión. Sabemos que aquí  puede  renacer la              esperanza y, sobre todo, que cada cual  sea reconocido o  reconocida              tal como es, con los matices  de su transexualidad.  
                            Si estás implicado o implicada en esta temática, por favor,  visita               los foros de esta página para ponerte en contacto con   personas como              tú o que sienten fuertemente la necesidad de  que se respeten               nuestros derechos.  
Kim Pérez.
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