viernes, 5 de marzo de 2010

F.A.Q (Preguntas realizadas con frecuencia)

F.A.Q (Preguntas realizadas con frecuencia)

- ¿Cuáles son los objetivos de Autonomía Trans?

- Los objetivos de Autonomía Trans son:

a) Sacar del aislamiento a las personas que han sido rechazadas y del profundo agujero en que pueden estar algunas, mostrándoles una solidaridad trans.
b) Oírlas, incluso, si podemos conseguirlo, que las oigan psicólogos independientes, en libre debate con ellas, para que llegado el caso puedan avalar lo que digan.
c) Superar un esquema binario ("hay hombres, mujeres y punto") en la experiencia transexual.
d) Luchar contra el régimen de autorización, que es ya arcaico, pero que sigue presente tanto en nuestra ley como en los estándares de cuidado de la WPATH. En su lugar buscamos la implantación de un régimen de autonomía o consentimiento informado.

- Eso de "superar un esquema binario" me da un poco de repelús. ¿Queréis destruir los géneros? ¿Queréis decir que quien se siente bien como está, sin modificar su cuerpo, o quien se queda a medio camino entre ambos género es quien está sano, que las personas transexuales que queremos alcanzar el máximo posible pertenecer a un género o al otro somos quienes estamos enfermos? Es más ¡Yo soy una mujer/ un hombre normal y corriente! ¿Qué tiene eso de malo?
- ¡Noooooooooooo! ¡Querer ser un hombre o una mujer como otra cualquiera, e incluso rechazar identificarse como persona transexual, no tiene nada de malo! ¡Al contrario! Defendemos que cada cual pueda no sólo considerarse, sino ser reconocido plenamente, dentro del género que prefiera, ya sea este hombre, mujer, intersexual, trans, travesti, transgénero, dromedario... Cuando hablamos de no binarismo no nos referimos a la destrucción de los géneros mujer/hombre, sino a la flexibilización de estos, y también a la creación de géneros nuevos que se adapten al sentir de quienes no se ven como mujer/hombre.
El problema es que actualmente las UTIGs tan sólo están enfocadas a las personas que encajan dentro de las todavía estrechas categorías de género hombre/mujer, y dejan fuera a todxs lxs demás. Pretendemos que la asistencia sanitaria esté también abierta a estas personas que pertenecen a otras categorías o "conjuntos difusos" de género, puesto que la asistencia médica es un derecho humano, no sólo un derecho de hombres y mujeres.

- Hay personas que no han visto confirmadas las expectativas que tenían al acudir a la UTIG, pero porque se trataba de personas que no tenían ni tendrán nunca la identidad de género cruzada en relación a su sentir. Yo me alegro de que exista un filtro psicológico que haya evitado que llegasen a efectuar algún cambio en su cuerpo del que posteriormente se habrían arrepentido.
- Ni los profesionales de salud mental ni cualquier otra persona es quién para juzgar si somos o no somos trans. La labor de un profesional de salud mental dentro de las UTIG debe ser de escucha y guía. Se trata de RESPETO a la decisión más personal del mundo, que es la de vivir como unx se siente, conforme a lo que se es. Las UTIGs no deberían estar para juzgar, sino para guiar, aconsejar, escuchar. Lo que queremos es impedir esa impotencia que muchas personas transexuales han vivido. Ya bastante nos juzga la sociedad como para que también nos juzguen quien se supone que nos ha de ayudar.

- Si una persona va a la consulta de un psiquiatra o un psicólogo y le manifiesta sentirse del género contrario, pero que no desea terapia hormonal, tampoco cirugías, tampoco adoptar costumbres ni modificar el tono de voz, y en definitiva no realizar ninguna de las formas de conducta del género al que dice se siente indentificadx ¿De verdad creéis que un psicólogo o psiquiatra podría declarar a dicha persona como transexual?
- Sí, así es. De hecho existen casos de personas que, tras haber recibido un diagnóstico de transexualismo en la UTIG, deciden no optar por ninguna modificación corporal, e incluso por no contarlo en su ámbito laboral y familia. Simplemente buscaban una explicación a sus sentimientos y la confirmación de que no se estaban volviendo locxs, o de que eran los únicxs del mundo a los que les ocurría eso. Obtener un diagnóstico les da tranquilidad y seguridad en si mismxs.

Por otra parte, el hecho de no querer recibir un tratamiento médico no implica que la cuestión no exista.

- ¿Queréis presionar a los psicólogos/psiquiatras de las UTIGs a que den diagnósticos de transexualismo a todos los pacientes?
- No. Al hablar de "autonomía" lo que pretendemos es eliminar el requisito del diagnóstico psicológico previo. No se trata de obligar a que los psicólogos declaren que todo el mundo que pasa por sus consultas es transexual. Se trata de que los psicólogos no tengan que emitir ningún diagnóstico, ni a favor ni en contra de las pretensiones del interesado. La persona interesada debería ser la única autorizada para tomar decisiones respecto a las modificaciones corporales que desee realizar.

- A mí me parece que la decisión de iniciar la transición de un género a otro es demasiado difícil como para dejar a la gente sola. Muchxs necesitan ayuda de un psicólogo porque se sienten confundidxs, no tienen muy claros sus sentimientos, o tienen unas expectativas irreales respecto a cuales serán los resultados del tratamiento. No me parece bien obligarlxs a tomar esa decisión sin prestarles asesoramiento alguno.
- Autonomía no significa soledad. Nuestra opinión es que la asistencia de un psicólogo es necesaria en el proceso de transición, pero su labor, como ya hemos señalado antes, debe ser la de acompañar, escuchar, dotar de herramientas para resolver las situaciones a las que vamos a tener que enfrentarnos, y, cómo no, dar una idea clara de lo que se puede y NO se puede esperar de los tratamientos médicos. Es más, percibimos que el hecho de que se haya adjudicado al psicólogo el papel de juez, impide que pueda realizar esta labor de asesoramiento y acompañamiento, lo que va en detrimento del bienestar del interesado.

En más de una ocasión hemos oído (y algunos de nosotros hemos vivido) la decepción que uno siente cuando, el día que llega a su primera consulta con el/la psicologx de la UTIG, pensando que por fin alguien le va a escuchar y ayudar, descubre que en vez de la ansiada ayuda recibe una descripción de cómo será el proceso de diagnóstico de transexualismo. En un régimen de autonomía en que tal diagnóstico no fuese necesario, esta decepción tampoco se produciría.

- ¿No hay ningún caso en el que consideréis que no se debe permitir que una persona inicie el proceso de transición de un género a otro?
- En principio, no. Consideramos que una de las cosas que el psicólogo debería hacer es comprobar que la persona tenga capacidad de tomar decisiones, es decir, que sea responsable y no esté incapacitada. Y aún en el este caso creemos que sería necesario establecer mecanismos para permitirles realizar la transición.

- ¿Y qué pasa si después de haber realizado el "cambio de sexo" se arrepienten? ¿No es mejor que haya alguien que proteja a las personas y evite que se hagan daño a si mismas?
- Entendemos que hay personas que no se sienten capaces de tomar la decisión de seguir adelante o no con un proceso médico para modificar su cuerpo de forma irreversible. Como ya hemos señalado, pensamos que el psicólogo no debe ser eliminado del protocolo, nos parece más correcto que su función se adapte al modelo de toma de decisión compartida, que en pleno S. XXI ya está generalizada en prácticamente todos los campos de la atención sanitaria. Según este modelo de atención, el profesional debería negociar el grado de participación en el proceso de decisión, de modo que la persona pueda elegir si tomar la decisión sola, si quiere asesoramiento, o si prefiere que el médico decida por ella.

Por otra parte, la experiencia demuestra que en más de una ocasión se ha rechazado a personas que posteriormente han realizado la transición y han vivido felices dentro del rol de género deseado, igual que hay un porcentaje de personas que, después de recibir un diagnóstico de transexualidad, se "arrepienten" y desean regresar al género de origen. Esto significa que los diagnósticos psicológicos no son 100% fiables. Siendo así, pensamos que las personas trans debemos poder escoger entre permitir que los profesionales de salud mental nos asesoren, o actuar según nuestro propio criterio. En este último caso, tendremos también que hacernos responsables de las consecuencias de nuestras decisiones.

viernes, 19 de febrero de 2010

Rescatadles

La situación las personas que han sufrido una catástrofe natural puede ilustrar la de otras personas que también necesitan rescate. También ellas están vivas, aunque en un agujero negro. También sobre ellas han caído determinados escombros, por errores humanos que a veces son tan inevitables como los hechos naturales. Pero en este caso, no gritan, no llaman. Están ahí sufriendo muchísimo, pero no se las detecta. Y su rescate sigue siendo humanamente posible.
Estamos empezando a hacer una convocatoria para quienes han visto denegada su solicitud de tratamiento médico en alguna unidad o por algún profesional, de manera que podamos formar un grupo de rescatados y rescatadas. En este caso, de buena fe desde luego, el peso de numerosos errores es lo que les ha caído encima.
Errores, también desde luego, que no son achacables a las propias unidades sino a los supuestos que han seguido hasta ahora la Medicina y la Psicología al acercarse a las personas transexuales.

Sabiendo la fuerza del sentimiento transexual, de la necesidad de cambio, es fácil imaginar la angustia de quien, sintiéndolo, puede haberse visto con el paso cerrado a su forma de ser.

Más aún, cuando habiendo superado mil miedos y toda la represión cultural que tenemos interiorizada desde hace siglos, hemos creído llegar a buen puerto, a un medio amistoso, y nos encontramos con que es precisamente en él (y no de mala fe) donde se da un golpe dolorosísimo a nuestra esperanza.

No sabemos cuántos ni cuántas transexuales se han visto en esta situación, no sabemos cómo se les ha argumentado la denegación del servicio público, no sabemos cuáles son las razones que erróneamente se han utilizado, pero a la vista de los criterios que se usan en algunas unidades, nos tememos que quienes han sufrido esa dura prueba sean muchos y que no esté justificado objetivamente, de modo alguno, que se les haya cerrado la puerta

¿Cómo ha salido de la unidad o de la consulta del profesional aquella persona que esperaba orientar por fin su vida?
¿Qué ha sentido al pasar por la sala de espera y ver a sus compañeras y compañeros con la sensación de que ya no los volverá a ver, que ha sido separada de su lado?
¿Cómo ha vuelto a su casa, a su oscuridad, al armario en el que podía encontrarse, después de haber intentado salir y ver que otras personas le niegan el derecho a hacerlo?
¿Cómo está siendo su vida? ¿Ha conseguido seguir adelante con la fuerza de la rebeldía o se ha sentido hundida y sin saber qué hacer a partir de ese momento?
¿Se ha hecho algún estudio de seguimiento de estas personas para reevaluar la denegación y sus consecuencias? Puede ser, aunque habrá sido difícil, porque una persona rechazada no vuelve con gusto a donde ha sufrido, por lo que me temo que, de hecho, no.

Los criterios que parece que hemos detectado en algunas unidades, por conversaciones con sus usuarios, son a veces profundamente erróneos y deberían ser objeto de una no menos profunda revisión.

Me pregunto si estos criterios, variables desde luego según las unidades, han podido ser los siguientes:

=Exclusión por enfermedad mental. ¿Ha habido personas que hayan sido simplemente excluidas al detectárseles unos síntomas psicopatológicos? ¿Se ha tenido en cuenta que en este caso, el criterio indicado es resolver primero la enfermedad mental y después atender a la demanda de la persona candidata? ¿Ha figurado en el protocolo una atención secundaria mientras durasen los cuidados psiquiátricos? ¿Se ha practicado el seguimiento lógico y necesario, en estas historias de vida más que en otras?

=Esquema binario del sistema sexogénero, que sólo ahora, es verdad, se empieza a comprender que es la causa cultural de muchos prejuicios ¿Pero se ha pensado que, si no se quiere ser hombre, hay que ser mujer, o viceversa? ¿Se ha pretendido que la persona candidata cumpla con unos modelos de masculinidad o feminidad muy definidos? ¿Se han usado tests de masculinidad-feminidad basados en criterios de los años cincuenta o sesenta que, simplemente, hoy ya no están vigentes?

=Esquema binario de la orientación sexual. ¿Se ha desconfiado de las personas que en su asignación de origen mostraban una orientación hacia el mismo género deseado? ¿Se ha supuesto o primado que, después de la reasignación, las relaciones preferidas fueran las de hombres con mujeres o mujeres con hombres?

=El llamado test de la vida real. ¿Se ha creído que esta llamada prueba es decisiva? ¿Se ha supuesto que la vida real admisible debería consistir en un ingreso en la vida convencional de mujer u hombre? ¿Se ha tenido en cuenta que la transición social es, con mucho, el paso más difícil, mucho más que la transición hormonal o quirúrgica, porque puede tener consecuencias demoledoras en lo familiar o lo laboral? ¿Se ha respetado el derecho de cada persona candidata a valorar por sí misma sus opciones prácticas o el ritmo de su transición? ¿Se ha insistido en poner esa prueba al principio, cuando la persona no está habituada a vivir de acuerdo con el nuevo género y cuando no ha experimentado cambios hormonales que le ayuden con su imagen? ¿No es ese intento, cuando sea posible hacerlo reversiblemente, una posible ayuda para la autoevaluación, pero no la prueba irrenunciable que todas las personas candidatas deben pasar?

=Argumentos estéticos y éticos. ¿Se ha valorado a las personas candidatas por su apariencia o por la feminidad/masculinidad de sus gestos y, paternalistamente, por sus supuestas posibilidades de hacer el cambio social? ¿Se ha reconocido el derecho de cada cual a bregar por sí en la vida, aunque tenga que ser con mil dificultades?
En este aspecto, ¿se ha pensado que los modales, gestos, frases, interjecciones, pueden variar mucho de unos grupos sociales a otros, de manera que evaluarlos como femeninos o no desde las propias referencias puede ser un rotundo error?

=Prioridad a teorías sobre la transexualidad, todas insuficientemente elaboradas todavía, más que a la práctica. ¿Se han seguido consideraciones sobre la “transexualidad primaria o secundaria”, sobre la “verdadera transexualidad” (¿es que hay una falsa? ¿O es una diferente?), sin tener en cuenta los profundos cambios, las transformaciones y autodescubrimientos en muchas de las evoluciones transexuales, el impacto teórico y práctico del binarismo de género?

=Atención a las propuestas de la persona candidata. ¿Han sido tenidas en cuenta proposiciones como el cambio de sexo sin cambio de género, que pueden depender, o bien de una necesidad personal (no- binaria), o bien de dificultades objetivas e insuperables en los terrenos familiar o laboral? ¿O el cambio de sexo parcial, limitado a la eliminación de las gónadas, lo que también puede responder a una adaptación no-binaria o al simple realismo de quien sabe lo que puede esperar y lo que no, y sus costes en la práctica de la vida?
Constituir un grupo numeroso de personas transexuales rescatadas de esos posibles errores, o de otros que todavía no hemos visto, es pasar de la impotencia en soledad al compañerismo y la fuerza, vida y eficacia social. Además, es presentar ante la sociedad entera el variado cuadro de la realidad transexual, de la verdadera libertad de género.

No es formar una asociación, no lo somos ni queremos serlo. Es formar un grupo o una red, un contacto, una lista que libere del aislamiento y donde puedan ir surgiendo iniciativas en libertad, en la solidaridad trans.

Por eso es tan importante que se constituya este grupo, o esta red, que ya está funcionando porque algunos amigos y amigas nos hemos comprometido con esta cuestión. Sabemos que aquí puede renacer la esperanza y, sobre todo, que cada cual sea reconocido o reconocida tal como es, con los matices de su transexualidad.

Si estás implicado o implicada en esta temática, por favor, visita los foros de esta página para ponerte en contacto con personas como tú o que sienten fuertemente la necesidad de que se respeten nuestros derechos.

Kim Pérez.